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Viena es una ciudad de contrastes sumamente atractivos. Ha encerrado su pasado imperial en fantásticos museos y ha construido en el Museumsquartier un escaparate del arte actual. Ha logrado dominar el peligroso Danubio -Viena, a pesar de los valses, está construida junto a un riachuelo que lleva su nombre, el Wien- y convertirlo en un paraíso del ocio. En contraste con los palacios barrocos y edificios historicistas del Ring, surge la nueva arquitectura de G-Town y ONU-City. Ha sacado brillo al visionario Hundertwasser, ha capitalizado los clichés en industria turística, incluso ha puesto "dodotis" a los caballos de los fiaker. Y, cómo no, ha descubierto que el mundo puede seguir de marcha por la noche en las calles medievales, en Spittelberg o en Copa Cagrana.